“Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.” Eclesiastés 11:1.
No debemos esperar ver una inmediata recompensa por todo el bien que hagamos; ni tampoco debemos confinar nuestros esfuerzos a lugares y personas que parezcan tener la probabilidad de producir una recompensa para nuestras labores. Hemos de hacer hoy el bien a las personas.
Nuestra labor es arrojar nuestro pan en las aguas; corresponde a Dios cumplir la promesa: “Lo hallarás.” Él no permitirá que Su promesa falle. Su buena palabra que hemos hablado vivirá, será encontrada, y será encontrada por nosotros. Tal vez no suceda todavía, pero algún día segaremos lo que hemos sembrado. Hemos de ejercitar nuestra paciencia; pues quizá el Señor la ejerza. “Después de muchos días”, dice la Escritura, y en muchos casos esos días se convierten en meses y años, y, sin embargo, la palabra sigue siendo verdadera. La promesa de Dios se cumplirá; debemos preocuparnos por guardar el precepto, y guardarlo en este día. Bueno es Dios.
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